13 diciembre 2007

¡Gracias por su gasto!

Pasear. Sí, me gusta pasear. Sola o con una buena compañía. Disfrutar del paisaje, de las calles, del aire, del momento, pensar... En definitiva, parar un poco el tiempo y aprovechar cada minuto del paseo.

Por eso, si tengo que comprar algo, prefiero que sea por las calles de mi ciudad, mirando escaparates, yendo de un sitio para otro, haciendo altos en el camino, teniendo que andar durante largo tiempo para ir a una tienda que tiene aquello que busco, viendo gente que disfruta -al igual que yo- de un paseo mientras, quizá, piense en alguien, en el trabajo o simplemente disfrute.

Pero eso sí, eso sí que no. Los centros comerciales NO. Odio cada una de sus paredes, de sus losas, de sus columnas, de sus tiendas, de sus bares de comida rápida. Los odio porque no me dejan relajarme, ni aprovechar el momento. Me agobio dentro. Gente por aquí, por allá, cargada de bolsas de un millón de tiendas diferentes, que come rápido porque tiene que seguir su visita turística por el centro comercial y que sólo piensa en comprar, comprar y comprar.

Luces, cámara y acción.

Señoras y señores consumistas, bienvenidos a nuestro centro comercial. Desde ahora mismo se abren las puertas a todos aquellos que busquen la felicidad en una o mil compras sin fundamento y sin que lo necesiten. A lo largo de todo el recorrido podrán vaciar sus bolsillos en infinidad de tiendas. Y si después de pasar todo un día tirando su dinero a la basura no queda satisfecho, lo sentimos, porque aunque nunca llegue a asimilarlo, ni gastar ni tener les mejorarán en nada. Muchas gracias por su gasto y feliz día.

09 diciembre 2007

Nada es mejor

Ayer descubrí que nada es mejor que un buen baño de agua caliente. Con la bañera llenita de espuma, aunque hace tiempo que se me quedó pequeña. Sé que hay que ahorrar agua y tal y cual, pero uno de vez en cuando no hace daño a nadie. Lo necesito en ciertos momentos, porque nada hay que no consiga hacer conmigo. Me anima, me relaja, me da fuerzas...
Os lo recomiendo.

08 diciembre 2007

Todos a una

Anoche fui a ver un musical (da igual el que sea y dónde y sobre qué), el caso es que fue una patata. "Pleibac" toooodo el rato, las canciones y lo que no eran canciones. Mucho baile, pocas bailarinas y mucha gente dando vueltas por el escenario. 4 euros tirados a la basura (eso yo que lo pagué a mitad de precio).
El caso es que ya al final, cuando estaba a puntito de acabar, comenzaron a oírse entre el público suspiros, bolsos que se abrían, gente sonándose los mocos... Así que miré a mi compañera de asiento para comentarle lo que estaba oyendo cuando, de repente, me la veo llorando a moco tendido. Y va y me pide un pañuelo...
De verdad que no supe reaccionar. A la salida era lo que más se comentaba: "Tía me ha emocionado un montón el final cuando..."; "Ha estado super chulo"... Y más chorradas del estilo.
Lo peor es que cuando me preguntaron qué me había parecido no sabía qué decir. Paso de quedar bien con la gente y todas esas cosas (aunque la mayoría de veces lo hago porque no me queda más remedio ante un "¿Qué tal?" o porque paso de complicarme la vida dando explicaciones). Así que contesté: "Bueno... ha sido mejor de lo que esperaba". Al fin y al cabo no mentí, fue malo pero mejor de lo que esperaba.
El día que diga todo lo que pienso (malo, se entiende) sobre algo que prepara u organiza algún amigo mío, creo que seré feliz por un momento.

06 diciembre 2007

Recortes II

"De pronto, sin previo aviso, pareció que se aflojaban todos sus resortes, como si hubiera renunciado a una máscara insoportable, y así como estaba, mirando hacia arriba, con la nuca apoyada en la puerta, empezó a llorar. Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese lanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero cuando, además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad. Así era el llanto de ella."

La tregua, Mario Benedetti

02 diciembre 2007

REC

Anoche volví a ver, por segunda vez, REC. Me pareció, de nuevo, una buena peli española, aunque reconozco que esta segunda vez tuve que encender todas las luces de casa al llegar y subí rápidamente las escaleras y crucé el pasillo corriendo.
Como es normal, me di cuenta de muchas más cosas de la peli, una de ellas, que a mi me parece fundamental para comprender el final. Joder! Qué asco!
En fin, que he decidido buscar los diferentes trailer que hay sobre la peli para que podáis elegir cual fue el mejor. A mí me cautivó el primero. Lo vi hace unos meses en el cine y dije: Esta peli tengo que verla.
Bueno, que disfruten!







01 diciembre 2007

Miedo

- Me da miedo. - ¿Qué te da miedo?
Muchas veces decimos que algo nos da miedo: la oscuridad, la muerte, viajar en barco, el vecino del quinto, la panadera... Pero no es suficiente tenerle miedo a una sola cosa, sino que siempre buscamos algo más. No nos vale, por ejemplo, tenerle miedo a las arañas, sino que hay que tener miedo a los gitanos.
Lo he estado pensando mucho y creo que lo peor de todo esto es que no existe el miedo a... la oscuridad no nos va a hacer nada, la muerte cuando nos llegue ni nos vamos a enterar, un barco es un barco y nos puede pasar algo en él o fuera de él (es como el hecho de que una madre no deje a su hija salir de noche, pero no se da cuenta de que puede hacer lo mismo que de día), y tanto el vecino como la panadera se pueden buscar la ruina si te tocan un pelo.
Vamos, que el miedo es algo nuestro, una concepción de la vida que tenemos y que nos diferencia de los demás, es cierto, pero a la vez nos hace igual de imbéciles.
Yo tengo miedo a la soledad, porque creo que me autodestruiría, pero a la vez reconozco que hay momentos que me encanta y necesito estar sola, pasear sola, llorar sola, o hacerlo rodeada de gente a la que no conozco ni tengo la intención de hacerlo. También me da miedo la muerte, no tanto la mía como la de los demás, la de la gente que quiero, pero lo pienso y realmente lo que me pasa es que creo que he desperdiciado (y sigo haciéndolo) demasiado tiempo pensando en mí, en las cosas que me apetece hacer y no que quizá mi abuela necesita que esté con ella y la ayude, y que el día que se muera me arrepentiré de no haber pasado más tiempo con ella, por ejemplo. Me dan miedo el caer enferma o tener un accidente y que me tengan que llevar a un hospital, pero no por nada, sino porque he pasado mucho tiempo en ellos por mi familia y no quiero que me encierren allí. Además, me dan miedo las pelis de miedo, curioso ¿verdad?
Pero a la vez estoy segura que si nos quitásemos todas las etiquetas sobre la vida que tenemos en la cabeza se nos quitarían esos "miedos" y nos daríamos cuenta de que aquí la única persona que realmente nos debe dar miedo, porque es quien realmente nos puede destruir, somos cada uno de nosotros. Yo sólo me puedo destruir a mí. Si yo no quiero, nadie me puede hacer daño. Pero claro, para eso hay que tener un par de cojones bien puestos y luchar por seguir adelante, por no dejarse llevar por la sociedad, por no dejarse mutilar por los complejos o los quédirán, por ser feliz (aunque sea un minuto al día) y hacer feliz a otros con lo que somos. Ahí está, hay que ser cada uno y dejar a un lado lo demás.