26 agosto 2008

La misma canción

Uno escribe siempre la misma canción
sobre un niño con cara de viejo
que se atreve a volar bajo el cielo marrón,
que agoniza detrás del espejo.

Uno canta siempre la misma canción
otra noche en el bar de la esquina,
cerca de la estación donde duerme un vagón
cuando el tiempo amenaza rutina.

Uno sueña siempre la misma canción,
abanico de fuego en la nieve,
cuando el sol envejece al caer el telón
y es tan tarde la vida y tan breve.

Uno empieza siempre la misma canción
con los mismos acordes gandules,
con el mismo trabajo y la misma obsesión,
con andrajos de velos de tules.

Uno inventa siempre la misma canción
del poeta borracho y su musa,
del teclado mellado del acordeón,
del pecado mortal sin excusa.

Uno rumia siempre la misma canción
como un perro ladrando a la luna,
con la misma trompeta y el mismo trombón
de mariachi que estuvo en la tuna.

Uno acaba nunca la misma canción
sobre un viejo con alma de niño
que no pierde ocasión de afinar su cajón
de psicópata barbilampiño.


Joaquín Sabina, 2008

21 agosto 2008

Intranquilidad

Ocurre que ayer andando por la calle, de repente, se me rompió el alma y después una pierna. Ocurre que tuve que levantarme de una acera partida por el dolor de otro niño que también calló allí, de una pareja que resbaló en el mismo sitio y una anciana que tocada por la artrosis tuvo que saltarla sin mucho acierto.
En ocasiones dejas algo para mañana sabiendo que lo harás, pero ocurre que mañana te destrozan la vida con palabras, con miradas, con desprecios. Y ocurre que por esto mismo tengo que pedir hoy perdón a un irremediable amigo, porque no pude cumplir lo que le había prometido, porque poco a poco le he fallado, un día tras otro.
Y ahora, sentada frente a un hermoso cuadro de Cézanne, noto como cae en mi sonrojada mejilla por el sol, una gotita de culpabilidad que me hace sentir inmensamente indefensa e inútil.
Cosas hormonales dice un amigo. Yo sé que no. Esto es más bien un sentimiento de intranquilidad que me corroe por dentro. Algo normal en mí. En fin.

12 agosto 2008

Cambiar de piel

Poco a poco todo fue muriendo dentro, hasta lo eterno se quedó sin vida mientras yo soñaba con seguir volando en esta mierda de día a día.
Creía que me amaba cuando decía "te quiero", que me deseaba cuando sin venir a cuento me desnudaba sin pensarlo, me hacía sentir tan dentro que terminaba muriendo un poco cada vez. Creía que él me daría la vida, cuando lo único que hacía era quitármela despacio. Despacio e intensamente, porque no creo que exista nadie más cruel que el que dice amar cuando lo único que hace es situarse en el sillón para ver y dejar hacer.
Supongo que fue mi culpa creer que me amaba, que estaba ahí, como yo. Supongo que soy la anciana que cruza sin mirar, intentando dar un paso tras otro. Que soy como el bebé que llora para que venga su madre. Supongo que al final perdí yo.
Pero hay cosas que no pueden cambiarse, que nacen y mueren y vuelven a nacer (si se deja, claro). Aunque ya nada tiene sentido. Ni el "te quiero", ni el abrazo, ni los besos, ni la pasión.
Al final tenía razón la puta esa que me dijo que me quisiera yo. Al final tenía razón el muy cabrón que me dijo que sería eterno mientras durase. Al final tenía razón el mundo entero cuando me hizo odiarlo al primer "bofetón" (sin pensar mal).
Después de hundirme lenta y profundamente en mi soledad, sólo me queda emerger de ella. Subir un poco a la superficie, tomar aire y volver a bajar. Nada más. Sólo eso.
Quizá robe besos en la noche. Quizá me acueste con algún tontazo cada día. Quizá me intente quitar de encima esta desazón.
Entre papeles mojados, conversaciones infinitas, palabras sólo nuestras, noches sin dormir a su lado, fotos de algún momento y poco más sigo muriendo ahora. Pensando sólo en él y en la fuerza de sus palabras.
Al final yo le amo y él a mí no.

05 agosto 2008

Un poco periodista

Esto del periodismo es duro, a la vez que fascinante.

El pasado año por estas fechas creo que comencé a aportar algo a la información. Recuerdo que conseguí sacar una cosilla que no se había dado en ningún medio y yo lo pude comunicar a toda España (pero de verdad). A partir de ese momento lo sacaron en otros medios y eso me hizo sentir bien.

Sin embargo, hoy creo que he empezado a ser periodista. Un poquito solo, pero bueno. Ya me han echado de un sitio, me han hablado mal por querer preguntar, me han echado maldiciones y no me dejan entrevistar a nadie. Además, resulta que hay una empresa fantasma detrás de todo esto. Algo muy raro, la verdad. Esto es lo que he estado esperando durante cuatro años y creo que ya era hora de que llegara. Sólo espero hacerlo bien. Me va a salir un sarpullido en el cuello por el estrés, pero yo estoy contenta por lo poquísimo que he conseguido.

Sí. Me siento un poco periodista.